Una Perspectiva Distinta del Último Milenio.
Una
perspectiva distinta del último milenio.
La Historia brinda, supuestamente un conocimiento del contexto más amplio en el cual se ubica nuestra vida. No es simplemente la evolución de la tecnología; es la evolución del pensamiento. Al entender la realidad de la gente que vivió antes que nosotros, constatamos por qué vemos el mundo como lo vemos y cuál es nuestra contribución a un mayor progreso. Podemos definir dónde entramos, por así decirlo, en el desarrollo más amplio de la civilización, y eso nos da una sensación de a dónde vamos.
Este texto busca proporcionar justamente este tipo de perspectiva histórica, por lo menos desde el punto de vista del pensamiento occidental. Coloca nuestra conciencia actual en una perspectiva histórica más amplia. Estamos en condiciones de ver el último milenio de la historia como un todo, y de identificar la preocupación particular que se desarrolló durante su última mitad, lo que ha dado en llamarse la era moderna. Nuestra conciencia actual de las coincidencias representa una suerte de despertar de esa preocupación.
Para comprender la historia, debe captar cómo se desarrolló su visión cotidiana del mundo, cómo fue creada por la realidad de los que vivieron antes que usted. Llevó mil años desarrollar la forma moderna de ver las cosas, y para entender realmente dónde está usted en este momento, debe remontarse hasta el año 1000 y después avanzar a lo largo de todo el milenio de un modo vivencial, como si en realidad viviera a lo largo de todo ese período en una sola vida.
Imagínese que está vivo en el año mil, en la época que denominamos la Edad Media. Lo primero que debe entender es que la realidad de ese tiempo es definida por los poderosos miembros de la Iglesia Cristiana. Dada su posición, estos hombres ejercen una gran influencia en la mente de la plebe. Y el mundo que estos hombres describen como real es, sobre todo, espiritual. Crean una realidad que ubica su idea del plan de Dios para la humanidad en el centro mismo de la vida. Visualice esto: Usted pertenece a la clase de su padre, esencialmente campesino o aristócrata, y sabe que siempre estará confinado a esa clase. Pero independientemente de la clase en que se halle, o el trabajo particular que haga, pronto se da cuenta de que la posición social es secundaria respecto de la realidad espiritual de la vida tal como la definen esos miembros de la Iglesia. Y entonces usted descubre que la vida es como pasar una prueba espiritual. Los miembros de la Iglesia explican que Dios puso al a humanidad en el centro de su Universo, rodeada de todo el Cosmos, con un único propósito: ganar o perder la salvación. Y en este juicio, usted debe elegir correctamente entre dos fuerzas opuestas: la fuerza de Dios y las vagas tentaciones del Diablo[i]. Tenga presente, sin embargo, que usted no enfrenta esta prueba solo. En realidad, como simple individuo no está calificado para determinar su status en este sentido. Eso es territorio de los miembros de la Iglesia; ellos están para interpretar las Escrituras e indicarle a cada paso del camino si se encuentra en armonía con Dios o si está siendo engañado por Satanás. Si usted sigue sus instrucciones, tiene la garantía de una recompensa en el más allá. Pero si no logra mantener el rumbo que ellos prescriben, entonces, bueno… le llega la excomunión y cierta condenación.
Lo importante aquí es comprender que todos los aspectos del mundo medieval están definidos en términos ultramundanos. Todos los fenómenos de la vida, desde la tormenta eléctrica o el terremoto casuales hasta el éxito de las cosechas o la muerte de un ser querido, se definen como la voluntad de Dios o como malicia del Diablo. No existe el concepto de fuerzas climáticas o geológicas u horticultura o enfermedad. Todo eso llegará después. Por el momento, usted cree por entero en los hombres de la Iglesia; el mundo que da por sentado opera exclusivamente por medios espirituales.
La visión medieval del mundo, su visión del mundo, luego empieza a romperse en los siglos XIV y XV. Primero observa ciertas incongruencias por parte de los propios hombres de la Iglesia: violan en secreto sus votos de castidad, por ejemplo, o aceptan indulgencias por hacer la vista gorda cuando los funcionarios gubernamentales violan las leyes de las Escrituras. Estas incongruencias lo alarman, porque esos hombres de la Iglesia pretender ser la única conexión entre usted y Dios. Recuerde que son los únicos intérpretes de las Escrituras, los árbitros exclusivos de su salvación. De repente usted se halla en medio de una completa rebelión. Un grupo liderado por Martín Lutero clama por una separación total del cristianismo papal. Los miembros de la Iglesia son corruptos, afirma ese grupo, que exige el fin del dominio de dichos jerarcas sobre la mente de los individuos. Se forman nuevas Iglesias fundadas en la idea de que cada persona debe tener derecho a acceder a las escrituras en forma personal y a interpretarlas como quiera, sin intermediarios. Y así usted asiste, incrédulo, al éxito de la rebelión. Los hombres de la Iglesia empiezan a perder. Durante siglos ellos definieron la realidad, y ahora, ante sus ojos, pierden credibilidad. Como consecuencia, todo el mundo se ve cuestionado. Lo que se derrumba es el consenso claro en cuanto a la naturaleza del Universo y el propósito de la humanidad en la Tierra, basado en la descripción del clero, con lo cual usted y todos los demás seres humanos de la cultura occidental quedan en una posición muy precaria. Después de todo, están acostumbrados a contar con una autoridad en la vida para definir la realidad, y sin esa dirección externa se sienten confundidos y perdidos. Si la descripción de la realidad que dan los hombres de la iglesia y la justificación de la existencia humana son erróneas, se pregunta usted, entonces, ¿cuáles son las correctas?
¿Se da cuenta del impacto de este colapso en la gente de la época? Hubo una conmoción enorme. La vieja concepción del mundo se vio cuestionada en todas partes. De hecho, alrededor de 1600, los astrónomos habían probado fuera de toda duda que el sol y las estrellas no giraban alrededor de la Tierra, como sostenía la Iglesia. Indiscutiblemente, la Tierra era sólo un pequeño planeta en la órbita de un sol menor de una galaxia que contenía miles de millones de estrellas semejantes.
La humanidad perdió su lugar en el centro del Universo de Dios. Ahora bien, cuando usted observa el clima, o cómo crecen las plantas, o cómo muere alguien de repente, lo que siente es un desconcierto cargado de angustia. Antes podía decir que el responsable era Dios o el Diablo. Pero al quebrarse la visión medieval del mundo, esa certeza también desaparece. Todas las cosas que daba por sentadas necesitan ahora una nueva definición, en especial la naturaleza de Dios y la relación de usted con Él. Con esa conciencia comienza la Edad Moderna. Hay un mayor espíritu democrático y una desconfianza masiva respecto de la autoridad papal o real. Ya no se aceptan automáticamente las definiciones del Universo basadas en la especulación o la fe bíblica. Pese a la pérdida de certeza, no queríamos correr el riesgo de que un nuevo grupo controlara nuestra realidad como lo habían hecho los hombres de la Iglesia. Si hubiera estado allí, usted habría participado en la creación de un nuevo mandato para la ciencia. Habría mirado ese vasto Universo indefinido y habría pensado, como los pensadores de la época, que hacía falta un método formador de consenso, una forma de explorar sistemáticamente este mundo nuestro. Y esta nueva forma de descubrir la realidad lo habría llamado “Método Científico”, que no es ni más ni menos que poner a prueba una idea sobre la manera en que funciona el universo, llegar posteriormente a alguna conclusión y luego proponer esa conclusión a los demás para ver si están de acuerdo. Luego, habría preparado a los exploradores para que salieran a este nuevo universo, cada uno dotado del método científico, y les habría impartido su misión histórica: explorar este lugar y descubrir cómo funciona y qué significa que estemos vivos aquí.
Usted sabía que había perdido su certeza en cuanto a un universo gobernado por Dios y, por lo mismo, su certeza en cuanto a la naturaleza misma de Dios. Pero pensaba que poseía un método, un proceso formador de consenso, a través del cual podía descubrir la naturaleza de todo lo que lo rodeaba, incluido Dios, e incluido el verdadero propósito de la existencia de la humanidad en el planeta. De modo que envió a estos exploradores a buscar la verdadera naturaleza de su situación y luego presentarse con una respuesta.
En ese momento empezamos la etapa de preocupación de la que estamos despertando ahora. Enviamos a esos exploradores para que nos trajeran una explicación completa de nuestra existencia, pero, dada la complejidad del universo, no pudieron regresar enseguida.
Para reconocer la preocupación necesita ubicarse otra vez en la época. Cuando el método científico no pudo presentar una nueva imagen de Dios y del propósito de la humanidad en el planeta, la falta de certeza y de sentido afectó profundamente la cultura occidental. Nos hacía falta alguna otra cosa hasta hallar una respuesta a nuestras preguntas. Por último, llegamos a algo que parecía una solución lógica. Nos miramos unos a otros y dijimos: “Bueno, ya que hasta ahora nuestros exploradores no han vuelto con nuestra verdadera situación espiritual, ¿por qué, mientras esperamos, no nos instalamos en este nuevo mundo? Es indudable que estamos aprendiendo lo suficiente como para manipularlo en nuestro beneficio; así que, ¿por qué no trabajar entretanto para elevar nuestro nivel de vida, nuestra sensación de seguridad en el mundo?”.
Y eso fue lo que hicimos. ¡Hace cuatro siglos! Nos quitamos de encima la sensación de estar perdidos, tomamos las cosas en nuestras manos y nos concentramos en conquistar la Tierra y usar sus recursos para mejorar nuestra situación, y recién ahora, cuando nos acercamos al fin del milenio, podemos ver qué pasó. Nuestro objetivo se convirtió poco a poco en una preocupación. Nos perdimos por completo a nosotros mismos al crear una seguridad secular, una seguridad económica, para reemplazar la seguridad espiritual que habíamos perdido. Lentamente dejamos de lado, y en definitiva suprimimos, el interrogante referido a por qué estamos vivos, qué sucede aquí realmente desde el punto de vista espiritual.
Trabajar para establecer un estilo de supervivencia más cómodo pasó a ser en sí mismo una razón para vivir, y gradual y metódicamente olvidamos nuestra pregunta original… olvidamos que todavía no sabemos para qué sobrevivimos.
¿Siente que tiene una visión más clara del mundo humano? ¿Ve lo preocupados que hemos estado? ¿Cuántas personas conoce que viven obsesionadas con su trabajo, que sufren dolencias cardíacas o enfermedades relacionadas con el estrés, y no pueden bajar el ritmo?
No logran parar porque usan la rutina para distraerse, para reducir la vida únicamente a sus consideraciones prácticas. Y lo hacen para evitar recordar qué inseguros se sienten respecto de por qué viven.
Esta perspectiva nos muestra cómo observar la cultura no ya desde la perspectiva de la duración de nuestra vida, sino de todo un milenio. Nos revela nuestra preocupación y nos eleva por encima de ella. Usted acaba de experimentar esa historia más larga. Ahora vive en un ahora más duradero. Al observar el mundo humano ahora, puede ser capaz de ver con claridad esta obsesividad, la fuerte preocupación por el progreso económico.
Eso no tiene nada de malo, es lo que ha hecho grande a la civilización occidental. La preocupación era un hecho necesario, una etapa en la evolución humana. Sin embargo, ya hemos pasado el tiempo suficiente estableciéndonos en el mundo. Es hora de despertar de la preocupación y reconsiderar nuestra pregunta original. ¿Qué hay detrás de la vida en el planeta? ¿Por qué estamos aquí?
Hace mil años habíamos vivido en un mundo en el que Dios y la espiritualidad humana estaban claramente definidos. Y luego lo perdimos, o mejor expresado, decidimos que había algo más. Como consecuencia de ello, enviamos exploradores para que descubrieran la auténtica verdad y nos la transmitieran, y al ver que tardaban demasiado empezamos a preocuparnos por un nuevo propósito secular, el de establecernos en el mundo, ponernos más cómodos.
Y nos establecimos. Descubrimos que los minerales metálicos podían mezclarse y moldearse en todo tipo de aparatos. Inventamos fuentes de energía, primero el vapor y después el gas, la electricidad y la fisión. Sistematizamos la agricultura y la producción en masa y ahora dirigimos inmensas tiendas de bienes materiales y vastas redes de distribución y comunicación.
Todo fue propulsado por la llamada del progreso, el deseo del individuo de proveer a su seguridad, a su propósito, mientras esperaba la verdad. Decidimos crear una vida más cómoda y placentera para nosotros y nuestros hijos, y en apenas cuatrocientos años nuestra preocupación creó un mundo humano donde ahora pueden producirse todas las comodidades de la vida. El problema fue que nuestro impulso obsesivamente concentrado en conquistar la naturaleza y vivir más cómodos contaminó los sistemas naturales del planeta, polarizó los sistemas humanos y los dejó al borde del colapso. No podemos seguir así.
Fragmento de La Novena Revelación (The Celestine Prophesy) de James Redfield
[i]Sobre cómo se formó la espiritualidad de los hombres y su visión de Dios y cómo nos sigue afectando actualmente.
En sus tiempos más primitivos, lo que llamarían la época de las cavernas y antes, los humanos no comprendían los aspectos simples de la vida a su alrededor. Todo lo que sabían era que había vida a su alrededor. Esto es, había algo distinto de ellos.
Esta otra cosa que existía se demostraba a todo su alrededor. Se mostraba como viento y lluvia, como sol y luna y nubes, plantas y árboles y pequeñas cosas vivas que ahora llaman insectos y grandes cosas vivas que ahora llaman animales, y como efectos espectaculares como incendios que iniciaban espontáneamente en el bosque, trueno y rayo desde el cielo, enormes olas en el océano, y, algunas veces, una agitación atemorizante del mismísimo suelo.
Ahora, el homo sapiens no sabía qué hacer con estas cosas. No sabía por qué las personas morían, por qué los huracanes o tornados o sequías venían y destruían todo, o por qué cualquier cosa sucedía.
Para darle sentido a estas cosas, los humanos tempranos concluyeron que debía haber un poder mayor que ellos que hacía que estas cosas ocurrieran. Imaginaron “espíritus” que causaban que el bien y el mal se manifestaran en sus vidas de distintas formas.
Mientras observaban al día convertirse en noche y la noche en día, el pasto crecer y las flores florecer y los árboles perder sus hojas y recuperarlas de nuevo, comenzaron a deificar a la naturaleza. Imaginaron “dioses de la lluvia” y “el dios del sol” y muchos otros dioses que hacían cosas de acuerdo a su humor y capricho. Lo que se tenía que hacer, razonaron, era de alguna manera afectar el humor y agradar a los dioses, y los dioses harían lo que ellos les pidieran.
Toda clase de ritos y rituales fueron creados para “llamar” al espíritu de cualquier dios del que necesitaran o desearan en el momento, para aplacarlos y honrarlos y hacer que hicieran lo que los humanos vigorosamente solicitaran. Había ritos de fertilidad y ritos de pasaje y rituales de toda clase e intención. Esto se desarrollo a través de los siglos convirtiéndose en lo que algunos de ustedes llaman costumbres paganas.
Los mitos crecieron alrededor de cómo los poderes sagrados directamente influyen en la vida en la tierra y sobre cómo la vida en la tierra puede directamente influir en los poderes sagrados. Estos mitos se convirtieron en historias tantas veces contadas que se volvieron creencias. Esto es, se volvieron verdaderas para las personas.
Cuando los mitos se convirtieron en verdades, se volvieron religión organizada.
De las llamadas religiones paganas a las religiones principales de su tiempo no hubo un gran salto. Muchos humanos hoy en día continúan creyendo en un poder más grande que ellos y muchos humanos continúan creyendo que hay algo que deben hacer para aplacar a la Fuente de ese poder.
Así es como las creencias sobre Dios crean la crisis, violencia, matanza y guerra entre personas. Pues dentro de esas creencias hay cinco creencias fundamentales que generan todo esto:
Primero, ustedes creen que Dios necesita algo.
Segundo, ustedes creen que Dios puede fracasar en conseguir lo que Él necesita.
Tercero, ustedes creen que Dios los ha separado de Él porque no Le han dado lo que Él necesita.
Cuarto, ustedes creen que Dios aún necesita tanto pero tanto lo que Él necesita que ahora Dios requiere de ustedes, desde su posición separada, para que se Lo den.
Quinto, ustedes creen que Dios los destruirá si no cumplen con Sus requerimientos.
Estas Cinco Falacias Sobre Dios han traído más dolor y destrucción a su existencia del día a día que todas las otras creencias sobre la Vida combinadas.
Estas creencias sobre Dios crean la crisis, violencia, matanza y guerras entre personas pues ustedes piensas que es apropiado actuar entre ustedes de la misma manera en la cual ustedes creen que Dios actúa con ustedes.
Ustedes también piensan que cuando crean la crisis, violencia, matanza y guerras, lo hacen con el fin de cumplir los requerimientos de Dios. Ustedes piensas que están ayudando a Dios a cumplir Sus necesidades.
Muchos de ustedes creen que Dios quiere la crisis, violencia, matanza y guerras, si eso es lo que se necesita de ustedes para cumplir Sus requerimientos. En este contexto, ustedes creen que la matanza sin sentido es la Voluntad de Dios.
Fragmento de Las Nuevas Revelaciones: una Conversación con Dios de Neale Donald Walsch.
La Historia brinda, supuestamente un conocimiento del contexto más amplio en el cual se ubica nuestra vida. No es simplemente la evolución de la tecnología; es la evolución del pensamiento. Al entender la realidad de la gente que vivió antes que nosotros, constatamos por qué vemos el mundo como lo vemos y cuál es nuestra contribución a un mayor progreso. Podemos definir dónde entramos, por así decirlo, en el desarrollo más amplio de la civilización, y eso nos da una sensación de a dónde vamos.
Este texto busca proporcionar justamente este tipo de perspectiva histórica, por lo menos desde el punto de vista del pensamiento occidental. Coloca nuestra conciencia actual en una perspectiva histórica más amplia. Estamos en condiciones de ver el último milenio de la historia como un todo, y de identificar la preocupación particular que se desarrolló durante su última mitad, lo que ha dado en llamarse la era moderna. Nuestra conciencia actual de las coincidencias representa una suerte de despertar de esa preocupación.
Para comprender la historia, debe captar cómo se desarrolló su visión cotidiana del mundo, cómo fue creada por la realidad de los que vivieron antes que usted. Llevó mil años desarrollar la forma moderna de ver las cosas, y para entender realmente dónde está usted en este momento, debe remontarse hasta el año 1000 y después avanzar a lo largo de todo el milenio de un modo vivencial, como si en realidad viviera a lo largo de todo ese período en una sola vida.
Imagínese que está vivo en el año mil, en la época que denominamos la Edad Media. Lo primero que debe entender es que la realidad de ese tiempo es definida por los poderosos miembros de la Iglesia Cristiana. Dada su posición, estos hombres ejercen una gran influencia en la mente de la plebe. Y el mundo que estos hombres describen como real es, sobre todo, espiritual. Crean una realidad que ubica su idea del plan de Dios para la humanidad en el centro mismo de la vida. Visualice esto: Usted pertenece a la clase de su padre, esencialmente campesino o aristócrata, y sabe que siempre estará confinado a esa clase. Pero independientemente de la clase en que se halle, o el trabajo particular que haga, pronto se da cuenta de que la posición social es secundaria respecto de la realidad espiritual de la vida tal como la definen esos miembros de la Iglesia. Y entonces usted descubre que la vida es como pasar una prueba espiritual. Los miembros de la Iglesia explican que Dios puso al a humanidad en el centro de su Universo, rodeada de todo el Cosmos, con un único propósito: ganar o perder la salvación. Y en este juicio, usted debe elegir correctamente entre dos fuerzas opuestas: la fuerza de Dios y las vagas tentaciones del Diablo[i]. Tenga presente, sin embargo, que usted no enfrenta esta prueba solo. En realidad, como simple individuo no está calificado para determinar su status en este sentido. Eso es territorio de los miembros de la Iglesia; ellos están para interpretar las Escrituras e indicarle a cada paso del camino si se encuentra en armonía con Dios o si está siendo engañado por Satanás. Si usted sigue sus instrucciones, tiene la garantía de una recompensa en el más allá. Pero si no logra mantener el rumbo que ellos prescriben, entonces, bueno… le llega la excomunión y cierta condenación.
Lo importante aquí es comprender que todos los aspectos del mundo medieval están definidos en términos ultramundanos. Todos los fenómenos de la vida, desde la tormenta eléctrica o el terremoto casuales hasta el éxito de las cosechas o la muerte de un ser querido, se definen como la voluntad de Dios o como malicia del Diablo. No existe el concepto de fuerzas climáticas o geológicas u horticultura o enfermedad. Todo eso llegará después. Por el momento, usted cree por entero en los hombres de la Iglesia; el mundo que da por sentado opera exclusivamente por medios espirituales.
La visión medieval del mundo, su visión del mundo, luego empieza a romperse en los siglos XIV y XV. Primero observa ciertas incongruencias por parte de los propios hombres de la Iglesia: violan en secreto sus votos de castidad, por ejemplo, o aceptan indulgencias por hacer la vista gorda cuando los funcionarios gubernamentales violan las leyes de las Escrituras. Estas incongruencias lo alarman, porque esos hombres de la Iglesia pretender ser la única conexión entre usted y Dios. Recuerde que son los únicos intérpretes de las Escrituras, los árbitros exclusivos de su salvación. De repente usted se halla en medio de una completa rebelión. Un grupo liderado por Martín Lutero clama por una separación total del cristianismo papal. Los miembros de la Iglesia son corruptos, afirma ese grupo, que exige el fin del dominio de dichos jerarcas sobre la mente de los individuos. Se forman nuevas Iglesias fundadas en la idea de que cada persona debe tener derecho a acceder a las escrituras en forma personal y a interpretarlas como quiera, sin intermediarios. Y así usted asiste, incrédulo, al éxito de la rebelión. Los hombres de la Iglesia empiezan a perder. Durante siglos ellos definieron la realidad, y ahora, ante sus ojos, pierden credibilidad. Como consecuencia, todo el mundo se ve cuestionado. Lo que se derrumba es el consenso claro en cuanto a la naturaleza del Universo y el propósito de la humanidad en la Tierra, basado en la descripción del clero, con lo cual usted y todos los demás seres humanos de la cultura occidental quedan en una posición muy precaria. Después de todo, están acostumbrados a contar con una autoridad en la vida para definir la realidad, y sin esa dirección externa se sienten confundidos y perdidos. Si la descripción de la realidad que dan los hombres de la iglesia y la justificación de la existencia humana son erróneas, se pregunta usted, entonces, ¿cuáles son las correctas?
¿Se da cuenta del impacto de este colapso en la gente de la época? Hubo una conmoción enorme. La vieja concepción del mundo se vio cuestionada en todas partes. De hecho, alrededor de 1600, los astrónomos habían probado fuera de toda duda que el sol y las estrellas no giraban alrededor de la Tierra, como sostenía la Iglesia. Indiscutiblemente, la Tierra era sólo un pequeño planeta en la órbita de un sol menor de una galaxia que contenía miles de millones de estrellas semejantes.
La humanidad perdió su lugar en el centro del Universo de Dios. Ahora bien, cuando usted observa el clima, o cómo crecen las plantas, o cómo muere alguien de repente, lo que siente es un desconcierto cargado de angustia. Antes podía decir que el responsable era Dios o el Diablo. Pero al quebrarse la visión medieval del mundo, esa certeza también desaparece. Todas las cosas que daba por sentadas necesitan ahora una nueva definición, en especial la naturaleza de Dios y la relación de usted con Él. Con esa conciencia comienza la Edad Moderna. Hay un mayor espíritu democrático y una desconfianza masiva respecto de la autoridad papal o real. Ya no se aceptan automáticamente las definiciones del Universo basadas en la especulación o la fe bíblica. Pese a la pérdida de certeza, no queríamos correr el riesgo de que un nuevo grupo controlara nuestra realidad como lo habían hecho los hombres de la Iglesia. Si hubiera estado allí, usted habría participado en la creación de un nuevo mandato para la ciencia. Habría mirado ese vasto Universo indefinido y habría pensado, como los pensadores de la época, que hacía falta un método formador de consenso, una forma de explorar sistemáticamente este mundo nuestro. Y esta nueva forma de descubrir la realidad lo habría llamado “Método Científico”, que no es ni más ni menos que poner a prueba una idea sobre la manera en que funciona el universo, llegar posteriormente a alguna conclusión y luego proponer esa conclusión a los demás para ver si están de acuerdo. Luego, habría preparado a los exploradores para que salieran a este nuevo universo, cada uno dotado del método científico, y les habría impartido su misión histórica: explorar este lugar y descubrir cómo funciona y qué significa que estemos vivos aquí.
Usted sabía que había perdido su certeza en cuanto a un universo gobernado por Dios y, por lo mismo, su certeza en cuanto a la naturaleza misma de Dios. Pero pensaba que poseía un método, un proceso formador de consenso, a través del cual podía descubrir la naturaleza de todo lo que lo rodeaba, incluido Dios, e incluido el verdadero propósito de la existencia de la humanidad en el planeta. De modo que envió a estos exploradores a buscar la verdadera naturaleza de su situación y luego presentarse con una respuesta.
En ese momento empezamos la etapa de preocupación de la que estamos despertando ahora. Enviamos a esos exploradores para que nos trajeran una explicación completa de nuestra existencia, pero, dada la complejidad del universo, no pudieron regresar enseguida.
Para reconocer la preocupación necesita ubicarse otra vez en la época. Cuando el método científico no pudo presentar una nueva imagen de Dios y del propósito de la humanidad en el planeta, la falta de certeza y de sentido afectó profundamente la cultura occidental. Nos hacía falta alguna otra cosa hasta hallar una respuesta a nuestras preguntas. Por último, llegamos a algo que parecía una solución lógica. Nos miramos unos a otros y dijimos: “Bueno, ya que hasta ahora nuestros exploradores no han vuelto con nuestra verdadera situación espiritual, ¿por qué, mientras esperamos, no nos instalamos en este nuevo mundo? Es indudable que estamos aprendiendo lo suficiente como para manipularlo en nuestro beneficio; así que, ¿por qué no trabajar entretanto para elevar nuestro nivel de vida, nuestra sensación de seguridad en el mundo?”.
Y eso fue lo que hicimos. ¡Hace cuatro siglos! Nos quitamos de encima la sensación de estar perdidos, tomamos las cosas en nuestras manos y nos concentramos en conquistar la Tierra y usar sus recursos para mejorar nuestra situación, y recién ahora, cuando nos acercamos al fin del milenio, podemos ver qué pasó. Nuestro objetivo se convirtió poco a poco en una preocupación. Nos perdimos por completo a nosotros mismos al crear una seguridad secular, una seguridad económica, para reemplazar la seguridad espiritual que habíamos perdido. Lentamente dejamos de lado, y en definitiva suprimimos, el interrogante referido a por qué estamos vivos, qué sucede aquí realmente desde el punto de vista espiritual.
Trabajar para establecer un estilo de supervivencia más cómodo pasó a ser en sí mismo una razón para vivir, y gradual y metódicamente olvidamos nuestra pregunta original… olvidamos que todavía no sabemos para qué sobrevivimos.
¿Siente que tiene una visión más clara del mundo humano? ¿Ve lo preocupados que hemos estado? ¿Cuántas personas conoce que viven obsesionadas con su trabajo, que sufren dolencias cardíacas o enfermedades relacionadas con el estrés, y no pueden bajar el ritmo?
No logran parar porque usan la rutina para distraerse, para reducir la vida únicamente a sus consideraciones prácticas. Y lo hacen para evitar recordar qué inseguros se sienten respecto de por qué viven.
Esta perspectiva nos muestra cómo observar la cultura no ya desde la perspectiva de la duración de nuestra vida, sino de todo un milenio. Nos revela nuestra preocupación y nos eleva por encima de ella. Usted acaba de experimentar esa historia más larga. Ahora vive en un ahora más duradero. Al observar el mundo humano ahora, puede ser capaz de ver con claridad esta obsesividad, la fuerte preocupación por el progreso económico.
Eso no tiene nada de malo, es lo que ha hecho grande a la civilización occidental. La preocupación era un hecho necesario, una etapa en la evolución humana. Sin embargo, ya hemos pasado el tiempo suficiente estableciéndonos en el mundo. Es hora de despertar de la preocupación y reconsiderar nuestra pregunta original. ¿Qué hay detrás de la vida en el planeta? ¿Por qué estamos aquí?
Hace mil años habíamos vivido en un mundo en el que Dios y la espiritualidad humana estaban claramente definidos. Y luego lo perdimos, o mejor expresado, decidimos que había algo más. Como consecuencia de ello, enviamos exploradores para que descubrieran la auténtica verdad y nos la transmitieran, y al ver que tardaban demasiado empezamos a preocuparnos por un nuevo propósito secular, el de establecernos en el mundo, ponernos más cómodos.
Y nos establecimos. Descubrimos que los minerales metálicos podían mezclarse y moldearse en todo tipo de aparatos. Inventamos fuentes de energía, primero el vapor y después el gas, la electricidad y la fisión. Sistematizamos la agricultura y la producción en masa y ahora dirigimos inmensas tiendas de bienes materiales y vastas redes de distribución y comunicación.
Todo fue propulsado por la llamada del progreso, el deseo del individuo de proveer a su seguridad, a su propósito, mientras esperaba la verdad. Decidimos crear una vida más cómoda y placentera para nosotros y nuestros hijos, y en apenas cuatrocientos años nuestra preocupación creó un mundo humano donde ahora pueden producirse todas las comodidades de la vida. El problema fue que nuestro impulso obsesivamente concentrado en conquistar la naturaleza y vivir más cómodos contaminó los sistemas naturales del planeta, polarizó los sistemas humanos y los dejó al borde del colapso. No podemos seguir así.
Fragmento de La Novena Revelación (The Celestine Prophesy) de James Redfield
[i]Sobre cómo se formó la espiritualidad de los hombres y su visión de Dios y cómo nos sigue afectando actualmente.
En sus tiempos más primitivos, lo que llamarían la época de las cavernas y antes, los humanos no comprendían los aspectos simples de la vida a su alrededor. Todo lo que sabían era que había vida a su alrededor. Esto es, había algo distinto de ellos.
Esta otra cosa que existía se demostraba a todo su alrededor. Se mostraba como viento y lluvia, como sol y luna y nubes, plantas y árboles y pequeñas cosas vivas que ahora llaman insectos y grandes cosas vivas que ahora llaman animales, y como efectos espectaculares como incendios que iniciaban espontáneamente en el bosque, trueno y rayo desde el cielo, enormes olas en el océano, y, algunas veces, una agitación atemorizante del mismísimo suelo.
Ahora, el homo sapiens no sabía qué hacer con estas cosas. No sabía por qué las personas morían, por qué los huracanes o tornados o sequías venían y destruían todo, o por qué cualquier cosa sucedía.
Para darle sentido a estas cosas, los humanos tempranos concluyeron que debía haber un poder mayor que ellos que hacía que estas cosas ocurrieran. Imaginaron “espíritus” que causaban que el bien y el mal se manifestaran en sus vidas de distintas formas.
Mientras observaban al día convertirse en noche y la noche en día, el pasto crecer y las flores florecer y los árboles perder sus hojas y recuperarlas de nuevo, comenzaron a deificar a la naturaleza. Imaginaron “dioses de la lluvia” y “el dios del sol” y muchos otros dioses que hacían cosas de acuerdo a su humor y capricho. Lo que se tenía que hacer, razonaron, era de alguna manera afectar el humor y agradar a los dioses, y los dioses harían lo que ellos les pidieran.
Toda clase de ritos y rituales fueron creados para “llamar” al espíritu de cualquier dios del que necesitaran o desearan en el momento, para aplacarlos y honrarlos y hacer que hicieran lo que los humanos vigorosamente solicitaran. Había ritos de fertilidad y ritos de pasaje y rituales de toda clase e intención. Esto se desarrollo a través de los siglos convirtiéndose en lo que algunos de ustedes llaman costumbres paganas.
Los mitos crecieron alrededor de cómo los poderes sagrados directamente influyen en la vida en la tierra y sobre cómo la vida en la tierra puede directamente influir en los poderes sagrados. Estos mitos se convirtieron en historias tantas veces contadas que se volvieron creencias. Esto es, se volvieron verdaderas para las personas.
Cuando los mitos se convirtieron en verdades, se volvieron religión organizada.
De las llamadas religiones paganas a las religiones principales de su tiempo no hubo un gran salto. Muchos humanos hoy en día continúan creyendo en un poder más grande que ellos y muchos humanos continúan creyendo que hay algo que deben hacer para aplacar a la Fuente de ese poder.
Así es como las creencias sobre Dios crean la crisis, violencia, matanza y guerra entre personas. Pues dentro de esas creencias hay cinco creencias fundamentales que generan todo esto:
Primero, ustedes creen que Dios necesita algo.
Segundo, ustedes creen que Dios puede fracasar en conseguir lo que Él necesita.
Tercero, ustedes creen que Dios los ha separado de Él porque no Le han dado lo que Él necesita.
Cuarto, ustedes creen que Dios aún necesita tanto pero tanto lo que Él necesita que ahora Dios requiere de ustedes, desde su posición separada, para que se Lo den.
Quinto, ustedes creen que Dios los destruirá si no cumplen con Sus requerimientos.
Estas Cinco Falacias Sobre Dios han traído más dolor y destrucción a su existencia del día a día que todas las otras creencias sobre la Vida combinadas.
Estas creencias sobre Dios crean la crisis, violencia, matanza y guerras entre personas pues ustedes piensas que es apropiado actuar entre ustedes de la misma manera en la cual ustedes creen que Dios actúa con ustedes.
Ustedes también piensan que cuando crean la crisis, violencia, matanza y guerras, lo hacen con el fin de cumplir los requerimientos de Dios. Ustedes piensas que están ayudando a Dios a cumplir Sus necesidades.
Muchos de ustedes creen que Dios quiere la crisis, violencia, matanza y guerras, si eso es lo que se necesita de ustedes para cumplir Sus requerimientos. En este contexto, ustedes creen que la matanza sin sentido es la Voluntad de Dios.
Fragmento de Las Nuevas Revelaciones: una Conversación con Dios de Neale Donald Walsch.